Dieta, pescado i cáncer: el papel de los Omega 3
Hace cien años, el cáncer no era tan habitual
Durante las últimas décadas, la incidencia del cáncer ha aumentado de forma alarmante, probablemente a causa de los cambios en nuestro estilo de vida, nuestros hábitos y del aumento de la esperanza de vida.
El cáncer es una de las enfermedades más temidas del siglo XX y que tiene una incidencia creciente en el siglo XXI: actualmente se estima que una de cada cinco personas tiene un riesgo de padecer cáncer antes de los 75 años en el transcurso de su vida, según la Organización Mundial para la Salud (OMS).
El cáncer es un conjunto de enfermedades causadas por una mutación molecular del ADN, que se puede originar en las células de cualquier órgano o estructura corporal, provocando una proliferación incontrolada de las células, un crecimiento tumoral, la invasión de los órganos próximos y la afectación de órganos a distancia (metástasis), alterando su estructura y función.
El componente genético hereditario del cáncer es tan solo del 5-10%: la mayoría (90-95%) de los tumores malignos son alteraciones genéticas no heredadas producidas por factores ambientales que, en general, están fuertemente ligados con el estilo de vida de las personas (figura 1).
Estamos constantemente expuestos a diversos agentes causantes de cáncer, conocidos como factores cancerígenos. Entre estos factores que claramente aumentan el riesgo de cáncer se encuentran el tabaquismo, las radiaciones y algunas infecciones, donde hay un efecto directo y conocido sobre el ADN.
Aunque el proceso de carcinogénesis (formación del cáncer) empieza con mutaciones genéticas debidas a la exposición prolongada a un factor de riesgo, se tiene que tener en cuenta que el factor de riesgo más relevante en el estilo de vida es el patrón dietético.
La obesidad, el exceso de grasa corporal, la falta de ejercicio físico y el sedentarismo son también factores de riesgo, no solo para el desarrollo de cáncer, sino también para la aparición de enfermedades cardiovasculares y diabetes. Para llevar un estilo de vida saludable, es recomendable practicar 75 minutos de ejercicio intenso o 150 minutos de ejercicio moderado a la semana.
Las personas que siguen de forma constante un patrón de dieta saludable, como por ejemplo la Dieta Mediterránea, presentan claramente menos mortalidad por cáncer y por enfermedades cardiovasculares.
Estas dietas saludables incluyen una parte importante de vegetales, frutas, verduras y un aporte adecuado de cereales integrales, proteínas y grasas no saturadas (como las del pescado).
Por el contrario, no incluyen, o lo hacen de forma moderada, los alimentos ultraprocesados, bebidas azucaradas, productos refinados, el elevado consumo de carnes rojas y procesadas como los embutidos.
Los patrones de dieta actual han cambiado hacia un estilo de dieta más “occidental” (WPD Western Pattern Diet o SAD Stantard American Diet), que és menos saludable y con un aumento de la ingesta de carnes (roja sobretodo), grasas saturadas y azúcares refinados. Por otra parte, la adherencia a la Dieta Mediterránea está disminuyendo y este cambio, junto con el incremento de la obesidad, ha provocado que, en las últimas décadas, la incidencia de la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y probablemente las enfermedades neurodegenerativas, hayan aumentado.
En este contexto, la ingesta de pescado y marisco es importante como alimento saludable no solo para el aporte de proteínas, sino también por los ácidos grasos insaturados que aportan, entre los cuales destacan los Omega 3 provenientes del pescado de proximidad y capturado de manera sostenible.
