La lamprea marina (Petromyzun marinus) presenta moléculas con potencial anticoagulante a su saliva. La lamprea utiliza estas propiedades salivales para alimentarse de la sangre de los peces huéspedes, impidiendo que se coagule la herida producida por su mordisco en el lugar donde se adhiere.
La piel de la raya pintada (Raja montagui) contiene dermatán-sulfato (DS), un compuesto con marcada actividad antitrombina, que inhibe la acción de la trombina, una de las principales moléculas coagulantes. Las trombina es absolutamente necesaria para transformar el fibrinógeno en fibrina, una molécula que atrae y en la que se asocian las plaquetas para formar el coágulo.
La cáscara de la cigala (Nephrops norvegicus) contiene glicosaminoglicanos con actividad anticoagulante. Uno de los glicosaminoglicanos más conocidos y a la vez más usado en medicina es la heparina, que se inyecta vía intravenosa para evitar la formación de coágulos de sangre en traumatismos o en casos de reposo total. Además de las propiedades anticoagulantes de los glicosaminoglicanos encontrados en la cáscara de la cigala también, en concentraciones concretas tienen actividad citotóxica contra una línea tumoral de cáncer de colon.
También extractos de los tentáculos de la medusa del Mediterráneo (Rhizostoma pulmo) contienen moléculas que impiden la degradación del fibrinógeno en fibrina, impidiendo que las plaquetas se adhieran entre sí y, por tanto, la formación de coágulos.