Hace años que muchas de las biotoxinas producidas por algunas especies están siendo estudiadas por tener no sólo efectos perjudiciales, sino también propiedades beneficiosas. Algunas de las especies que sintetizan algún tipo de biotoxina también tienen potencial citotóxico, esto se debe a que la mayoría de toxinas provocan algún tipo de daño celular en su acción.
Un claro ejemplo sería la medusa Pelagia noctiluca, la toxina que produce tiene, en unas dosis determinadas, actividad antitumoral, mediante la inhibición de la vía del óxido nítrico (NO), un mensajero promotor de tumores, en diversas líneas tumorales y también actividad antiinflamatoria en los tejidos afectados, haciéndola susceptible a ser estudiada en un futuro como remedio antiinflamatorio.
También hay varios estudios sobre las biotoxinas defensivas producidas por algunas especies de nudibranquios como Spurilla neapolitana, Dendrodoris grandiflora y Dendrodoris limbata, que indican la necesidad de ser estudiadas como potenciales fuentes de nuevos compuestos bioactivos para fines terapéuticos. Habría pues estudiar otras especies del género Dendrodoris porque probablemente también presenten algún tipo de biotoxina que se pueda estudiar como posible fuente de compuestos con potencial bioactivo. También hay moluscos con biotoxinas como la Neptuena antiqua, un gasterópodo marino que utiliza su toxina como método de depredación sobre los bivalvos, y los Solen marginatus y la Aequipecten opercularis, unos bivalvos que han protagonizado algunos casos de intoxicación alimentaria, que se están estudiando actualmente como fuente de potencial bioactivo.
Otro ejemplo de biotoxinas con potencial bioactivo es la tetrodotoxina (TTX) producida por el pez globo (Takifugu rupripes). Cada vez son más los avistamientos de la especie Lagocephalus sceleratus en varios puntos del Mediterráneo probablemente debido al paso de ejemplares a través del canal de Suez en el Mar Rojo, lo que lo hace una especie invasora. Aunque aún no ha llegado al Cap de Creus, el establecimiento de esta especie en el Mediterráneo supone un riesgo potencial para la población debido a la alta toxicidad de la TTX. A pesar de ello pero la tetrodotoxina es estudiada actualmente como un potente tratamiento analgésico contra el dolor producido por algunos tipos de tumores, y dolores neuropáticos tales como el dolor crónico.